Apuentes y etceteras, Muestra Nacional de Teatro, 2007.

APUNTES Y ETCÉTERAS HACIA UNA IDEA DE DIRECCIÓN ARTÍSTICA  MUESTRA NACIONAL DE TEATRO, 2007.

A manera de preámbulo:

He oído a muchos opinar que la Muestra Nacional de Teatro debería desaparecer ya que el resultado en su conjunto generalmente “nos desilusiona”. Por estos comentarios, cada año se pone en tela de juicio el ejercicio. En mi opinión, desaparecerla sería como declarar infructuosas las reuniones familiares. Todos sabemos que en estos convivios los hermanos se reencuentran, se reconoce a los patriarcas o se les impugna, se exponen las afinidades o las rivalidades, las traiciones se descubren, las antiguas rencillas acaloran los ánimos, los patrimonios se arrebatan, se mancillan las herencias y, claro, por dinero y poder, todos somos capaces del asesinato —¿quién podría negarlo?—. Y todo esto sucede bajo la mirada taimada de la familia ampliada.
En estas “fiestas familiares” el sublevarse o rebelarse; insultarse y reconciliarse es el orden obligado del día y todos sabemos que estos sobresaltos se reducen finalmente a puras llamaradas de petate. Al calor de las copas todos los mexicanos entonamos una ranchera y nos abandonamos al tequila - que tiene la virtud de limar suavemente los toscos bordes de la realidad, de nuestra realidad.

I
Las artes escénicas, es decir, el texto en movimiento, el movimiento del cuerpo en el silencio, la quietud, la luz, los límites del espacio, es decir, todo lo que conforma el fenómeno escénico es, —y lo hemos leído hasta el cansancio—, un espejo de la vida, como lo son también muchas otras expresiones artísticas. Pero tal vez lo que convierte al teatro en una manifestación insólita y lo separa de las otras artes es el hecho de que el teatro es —durante la representación— la única manifestación de esta naturaleza donde podemos ser testigos de la vida, del transcurrir de la existencia. Esto no sucede en ninguna otra exposición, por el simple hecho de que el teatro sucede en el instante y está vivo. Es como sentarse en el asiento del metrobus y, desde el solitario lugar del que observa, ser testigo de la vida misma y, como en las artes escénicas, de su increíble diversidad de propósitos y sencillez.

II
Muestra. (De mostrar.)
1. f. Porción de un producto o mercancía que sirve para conocer la calidad del género. 2. f. Parte o porción extraída de un conjunto por métodos que permiten considerarla como representativa de él. 3. f. Ejemplar o modelo que se ha de copiar o imitar; como el de escritura que en las escuelas copian los niños. 4. f. Señal, indicio, demostración o prueba de algo.
hacer ~. 1. loc. verb. Manifestar, aparentar.
pasar ~. 1. loc. verb. Registrar algo para reconocerlo. 2. loc. verb. Mil. pasar revista.1

III
Existe en nuestro país un evento, un “algo” que nos gusta llamar Muestra Nacional de Teatro, la nombramos así desde hace ya veintiocho emisiones y al pensar detenidamente en ella uno se pregunta: ¿qué es en realidad una “muestra”? ¿Es posible extraer “muestras” de lo que es el producto teatral de nuestro país? Para realizar tal ejercicio, ¿existe una imperiosa necesidad de saber quiénes somos en conjunto, de reconocernos como una comunidad concreta a través de un conjunto de “muestras”?
En este contexto, cada proyecto que asiste al evento se convierte en un ejemplar específico de su lugar de origen, una caja de petri que contiene organismos vivos que son puestos en el microscopio del macro; y sí, a veces, al no pasar la prueba, pensamos/creemos/sentimos que la muestra o las muestras han muerto en el trayecto.
Tenemos que tener claro que “las muestras” que se presentan dentro de la programación son entidades particulares con características específicas que hablan de su entorno, de su situación, de su universo propio. ¿Acaso en “el macro” hablen también del cuerpo del que irremediablemente forman parte? Por otro lado, sabemos bien que “las muestras” en nuestro país generalmente tienen rebabas, les vemos la costura, se manifiestan inciertas en factura, forma, fondo y demás. En todo ello también hay una identidad particular y un pathos. Es imperioso aceptarnos como somos: enfrentar nuestra identidad ligada al derroche y la escasez, al genio y a la mediocridad, a la necesidad de expresar sentimientos de marginación, desamparo y olvido, en contraste con el bello, elegante y muchas veces indiferente silencio de la forma. Creo que todavía no hemos aprendido a reconocernos dentro del universo de claroscuros y de contrastes que es nuestro teatro: memoria en evolución de nuestro país.

IV
Nacional.
1. adj. Perteneciente o relativo a una nación. 2. adj. Natural de una nación, en contraposición a extranjero.
Nación. (Del lat. natio, -onis.)
1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno. 2. f. Territorio de ese país. 3. f. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común. […] 5. m. Arg. (poco usado) Hombre natural de una nación, contrapuesto al natural de otra.2

V
Lo que sigue, por fuerza, es saber si en realidad todos constituimos un todo, una Nación Teatral Democrática, si podemos aprender a vernos como un conjunto de voces, con agendas diferentes, valores diferentes y, por otro lado, descubrir lo que nos une como factor común. ¿Hablamos todos de lo mismo? ¿Existe una agenda tácita de asuntos que trasminan las visibles divergencias y que nos hacen sonreír al calor de las copas en el transcurrir de las madrugadas?
El conjunto de proyectos que se proponen para ser seleccionados se nos muestra/revela como un caleidoscopio de intereses, de búsquedas —a veces éstas son tan personales que resulta imposible emitir un juicio de valor justo sobre proyectos que, en una primera instancia y desde la visión de un teatro “bien hecho”, de “primera línea”, quisiéramos desechar—. Sucede que hay de todo y se evidencia que el mexicano es esencialmente teatral. Lo somos desde nuestros orígenes, desde nuestros cultos, usos y costumbres. El mexicano se expresa en el escenario de la vida —llamémosle calle, pared, plantón, manifestación, fiesta, celebración religiosa, informes presidenciales, etcétera— y lo traslada con una frecuencia inquietante al escenario.

VI
Como Nación nos interesarían “las artes escénicas” en tanto factor determinante en el desarrollo del espíritu, la educación y la posibilidad de construir cultura. El teatro debería ser fundacional dentro de las corrientes artísticas —elemental en toda progresión como Nación—, debería ser indispensable. Debería retratar en grandes trazos lo que somos y en minuciosos apuntes nuestras particularidades. Sí, nos gustaría que nuestro teatro se posicionara como pieza fundamental dentro de ese gran rompecabezas que es la indomable cultura de nuestro país, y que la Muestra… fuera un componente esencial, piedra de toque, ruptura o apuntalamiento de las grandes líneas que se trazan en el mundo de las artes como lo fue en algún momento de nuestra historia…

VII
Teatro. (Del lat. theatrum, y éste del gr. qeatron, de qeasqai, mirar.)
1. m. Edificio o sitio destinado a la representación de obras dramáticas o a otros espectáculos públicos propios de la escena. 2. m. Sitio o lugar en que se realiza una acción ante espectadores o participantes. 3. m. Escenario o escena. 4. m. Lugar en que ocurren acontecimientos notables y dignos de atención. 5. m. Conjunto de todas las producciones dramáticas de un pueblo, de una época o de un autor. 6. m. Literatura dramática. 7. m. Arte de componer obras dramáticas, o de representarlas. 8. m. Acción fingida y exagerada. 9. m. (poco usado). Práctica en el arte de representar comedias.3

VIII
El teatro, las artes escénicas —lo sabemos—, es muchas cosas. Es en realidad un universo inasible. ¿Está muerto? Pues no, no en México. La interdisciplina, los híbridos y las expresiones liminales están también a la orden del día. Uno de los ejercicios interesantes sería ver si, como gremio, grupo o congregación, hemos crecido hacia una democracia y tenemos el valor de reconocer expresiones que no están necesariamente vinculadas de modo directo con nuestro quehacer.
En México, se dice, hemos vivido sólo dos momentos de ejercicio democrático incontestable: la elección de Madero y la elección de Fox; y aunque la segunda duele mucho, es una historia que hemos construido todos. Habría que hacernos responsables de lo que somos. Dejar de culpar a las instituciones por nuestra incapacidad, dejar de ser súbditos. Tendríamos que ser libres.
¿Podemos ahora, por ejemplo, salir del closet y hablar en público de las otras teatralidades? ¿Observar y aprender a leer a ese otro ser que crece en nuestras aulas y que se preocupa por otras formas de expresión, que viaja en otros universos “parateatrales”, que muchas veces están más en otro lado que en el nuestro pero que son a pesar de todo nuestros?
El ejercicio interesante sería observarnos ahora con una mirada histórica y no desde el delirio mezquino de lo que queremos defender como “teatro” y, además “bien hecho”, que tanto daño hace a nuestro teatro, o desde posiciones que celosamente resguardamos al estilo corporativo del siglo pasado. Hay que observar/juzgar cuidadosamente aquello que no entendemos, aquello que se nos escapa. Mirarnos en un contexto incluyente para analizar las estéticas encontradas, las rupturas, los opuestos, las tradiciones. Clavarnos en la diversidad —en nuestra diversidad cultural—, caminar por los contornos y tratar de descifrarnos como un todo dentro de este tan cacareado mundo global.
Vengamos todos a darnos de codazos —con El huapango de Moncayo como música de fondo—. Juntémonos a echar un vistazo por ese macro-microscopio que es la “Muestra Nacional de Teatro” y dejemos que la vida —las artes escénicas— se manifieste como es: indescifrable, finita, efímera. Aprendamos a leer en lo imperfecto, en el caos del conjunto la expresión de un pensamiento.

México, D. F., 2007

1 Diccionario de la Lengua Española, 22ª ed., Real Academia Española, 2003.
2 Ibid.
3 Ibid.


Publicado en la Revista Paso de Gato.